martes, 27 de enero de 2009

UN DÍA DE FURIA




Han pasado ya 24 horas desde el culmen de mi gran día de furia. Todos tenemos malos días alguna vez. Pero de cuando en cuando llega ese día torcido, ese día en el que agradeces no vivir en EEUU porque sabes que habrías acabado la jornada volándole la cabeza a algún pobre idiota con una recortada como la de Terminator (que como buen americano guardas bajo del colchón).
Pues bien, yo ayer me desperté con el pie izquierdo. Sonó el despertador a las 6:45 y me enfadé con él por su puñetera puntualidad. Con una mirada me bastó para decirle: señor despertador, acaba usted de hacer un poderoso enemigo. En fin, no tenía tiempo para enzarzarme con un electrodoméstico en una pelea a muerte, había que ducharse, desayunar y salir pitando hacia el curro. Continuemos.
Me dispongo a entrar en la ducha, y el agua caliente no hace honor a su nombre e invita a su amiga la fría a mi precioso amanecer. Me cago en todo lo que respira y sigo adelante con mi plan. Una vez duchado, voy corriendo a preparame el desayuno. Entro confiado a oscuras en la cocina. Premio. Acabo de pisar un charquito de agüita amarilla. En la cocina no llueve, y menos sucio y amarillo. Huele mal y en una esquina hay un perrillo feo y simpático a parte iguales que me mira pidiendo clemencia. Suspiro y me vuelvo a cagar en la puta. Afortunadamente, no sufro ningún contratiempo más antes de salir. Pero entonces, salgo de casa. Llueve como si lo fueran a prohibir, hace viento y Jon no tiene coche sino moto. No pasa nada, Vietnam seguro que fue peor.
Ya estoy en el curro. Reviso lo que tengo pendiente y observo que me toca diseñar desde cero un proyecto para un francés que no sabe exactamente lo que quiere. Mal menor. El gerente me llama. Mal mayor. Descubro que de pronto soy ingeniero, comercial, chico de los recados y exclavo a la vez, y pienso en cómo un contrato de mileurista auxiliar administrativo puede contemplar tantos oficios. Ganas de matar aumentando.
Llego a casa de mis padres, sólo pretendo comer y disfrutar de 20 minutos de descanso y tranquilidad. Pero no. Llega mi abuela y me hace la pregunta del millón. Ya sabéis, esa puta pregunta de moda que parece que dan premios por hacerla: ¿Notas la crisis en tu trabajo?...inspirar...expirar...y repimir.¡Pues claro que la noto!¡Hasta las jodidas palomas enfermas del parque la están notando!¿por qué iba a dejar de notarla yo, en el sector industria donde están echando a peña a la calle a cascoporro y donde mi contrato hasta marzo pendió de un hilo hasta el último día? Que va, ni siquiera me había dado cuenta de su presencia. Fabricamos ositos amorosos en el país de la felicidad y la abundancia (¡IRONÍA!).
Vuelta al curro y más de lo mismo. Voy al gimnasio y hasta arriba. A pesar del mal tiempo hay quien ha decidido dejar atrás su vida sedentaria para colpasar hoy y no otro día el gimnasio municipal más pequeñín de Donosti. Pero eso no me altera. Se abre la puerta, y llega el caraculo de siempre que hace mal todas las máquinas usándolas bruscamente como si fuera el increíble Hulk, que gruñe como un cerdo cada vez que hace un esfuerzo y que se pasa por el forro de los huevos los turnos. ESto, sí me altera. Va el animalito y me roba la máquina, la usa y la deja empapada de sudor. Los carteles por las cuatro paredes del gimnasio ilustradas con dibujos no son lo suficientemente claras como para que se le ocurra pasar un papel por la máquina para limpiarla después de usar. Decido volver a casa, estoy muy tenso y sigue lloviendo. Cruzo la puerta y mi compañero de piso hace probablemente el acto más inteligente que le he visto hacer, saludar y callarse; Sabia decisión. El horno no está para bollos y su instinto de mapache asustadizo no le falla. Una sólo palabra fuera de tono habría desatado la hecatombe. Ya me estaba viendo como Samuel L. Jackson en Pulp Fiction recitando el camino del hombre recto. Pero no. Los malos días son lo que son, días, de 24 horas. A veces lo olvidamos. Yo me siento orgulloso de haber acabado el día sin atropellar un gatito ni aplastar un caracol.
Bueno, os prometo que en la próxima entrada sólo habrá pajaritos cantando y caras felices. Pero reconozco que me encanta despotricar, ¡y cuánto además!

jueves, 22 de enero de 2009

El usuario: ese ser inferior

Estoy en clase de programación muerto del asco y cagandome en todo lo cagable por un trabajillo que nos han mandado. Como ultimamente aqui es donde se viene a despotricar, aqui voy :P

En este instituto, tenemos una asignatura llamada "proyecto de empresa" que consiste en pensar una idea de negocio y desarrollarla haciendo un estudio de viabilidad, mercado, y toda la ostia. Para este proyecto, es importante hacer una web para mostrar tu producto/empresa al mundo.

Pues la dirección ha tenido la feliz idea de que en vez de que nuestro profesor de web nos haga enunciados para ir haciendo, hagamos las webs de otros grupos que no tienen ni zorra de informática. Nos toca a cada uno, una pareja del otro ciclo de informática (a.k.a. administración de sistemas(ASI), lo que hizo chacho o "pelacables") para hacer entre los dos dos webs distintas para otros grupos.

Se supone que todo hay que hacerlo en horas de clase y esta todo medido para que tengamos tiempo. Lo que no han tenido a bien de tener en cuenta, es que TAMBIEN TENGO QUE HACER LA WEB DE MI PROYECTO COPOOOOOOON! para lo que no nos dejan tiempo.

Para más inri, los pelacables dan menos horas y van en web como nosotros ibamos allá por octubre(ni puta idea) y los de otros ciclos se piensan que debemos ser sus putas o algo.
Para una web que nunca va a ser utilizada y solo tiene que ser un boceto para dar el pego en una presentación han llegado a pedir un carrito de la compra, un foro, una base de datos para catalogos, y otra para usuarios. Y se supone que lo que quieren que pongas te lo dan ellos.

Aqui va el logo que me han mandado para una de las webs.



Precioso.

Nótese que es una foto de un dibujo(que para esa mierda de logo ya lo podían haber hecho en paint). Todavía se pensarán que se lo voy a hacer en photoshop o algo xD

Dentro de una hora tengo que enseñarles como va la página. Luego os cuento que cara ponen cuando vean el logo tal cual me lo han enviado, que se ve hasta la mesa a un lado.

PD: Hoy sin video que aqui youtube está capado.

martes, 20 de enero de 2009

Sobre zorras y otros animales




Tengo temporada misógina. Odio a las mujeres porque sí, y mis motivos tengo. La mayoría ya los sabéis, pero como no todos nuestros lectores tienen la suerte de conocerme personalmente, voy a abrir mi corazón y voy a sacar toda la mierda que ahí guardo, eso sí, de la manera más cómica que pueda.
Mis relaciones sentimentales con las mujeres siempre se han caracterizado por ser follones de esos en los que nadie se quiere meter, piradas, recién cortadas con novios vitalicios, egoístas y ennoviadas; La crême de la crême vaya. Si es que tengo un ojo...de cristal según parece.
Todas y cada una de las mujeres con las que me he juntado (que no son tantas) han acabado dejándome. Generalmente cuando yo mejor estaba, que es cuando mola dejar a la gente. Pues bien, nunca he observado el más mínimo remordimiento comparable a lo que a mí me tocaba. Prueba irrefutable de que las mujeres comparten el cromosoma de los sentimientos con las lagartijas y otras 57 especies de reptiles (incluyendo lagartas, vívoras y pécoras, que seguro que también es un reptil). Uno no se puede fiar nunca. Y es que eso lo deberíamos saber de antes. Nadie puede fiarse de nada que se desangre periódicamente y no muera como consecuencia de ello.
La mujer tiene un papel fundamental en mi vida, tocarme los cojones; en todas su interpretaciones posible. Pero principalmente la de ponerme de mal humor. Y no hablo por hablar, no. Y para demostrarlo, contaré mi última experiencia seria en la que no daremos nombres. No obstante, podéis atribuírle el eufemismo que más oportuno consideréis. Os lo permito. Ahora leed, y si os vais a reir de alguien, que sea de vuestra puta madre ;)
Me encontraba yo inmerso en una relación que creía con futuro. Y así me lo hacía creer. Más feliz que una lombriz, pensando que por fin, había acertado con esa persona. Declaraciones demasiado comprometidas como para pensar que te están toreando y en general todo tenía buena pinta. Pues bien, llegó el día en que me propuso viajar con ella a nada más y nada menos que a París. La ciudad del amor le dicen. Ostias en vinagre. Es la puta capital de Francia y se acabó. Entenderéis por qué. En la ciudad del amor no te deja tu novia al segundo día ( de 8!!!). En la ciudad del amor uno da paseos románticos por el Sena y se lo pasa bien. Pues París no es esa ciudad. Me pasé una semana pululando por ahí cagandome en la puta mientras mi ya ex-novia tenía a bien de pasárselo teta con sus amigas. Habiendo sufrido la mayor humillación de mi vida en París, cada vez que oigo aquello de la ciudad del amor, es como que me entran ganas de invadir Polonia. París pasó a ser esa bonita ciudad cosmopolita a ser esa puñetera ciudad en la que todo me olía mal, estaba lleno de turistas japoneses y negros senegaleses que trataban de timarte en cada esquina. Ya no puedo volver a París y todo pro culpa de una bruja.
Conclusión: las mujeres son más malas que el tabaco, la heroína y la malaria juntas hasta que me demuestren lo contrario.

sábado, 17 de enero de 2009

Cumpliendo lo dicho bajo los efectos del alcohol!!

Veamos chavadales.

Acabo de recordar lo que Chus, Jon y yo hablamos el día de la cena del cumple de Ruth: Disfrazarnos en carnavales de lemures.

He viajado hasta mi antiguo blog para coger este video que colgué (colguve suena mejor) hace más de un año. Nos servirá para elaborar el disfraz y saber como movernos el día que lo llevemos.

¿Nos echaremos atrás como siempre?



Gatada

Volvemos a las viejas costumbres: Colgar un video de coña para hacer tiempo :P

Hace unos días Jon y yo nos estuvimos echando unas risas con esto en el curro, y se lo que es aburrirse en la oficina, así que esto lo pongo en solidaridad con Ana.